El tribunal penal de Aviñón ha condenado a Dominique Pelicot a 20 años de prisión por violar repetidamente a su exesposa, Gisèle Pelicot, durante casi una década. Pelicot drogaba a Gisèle para que otros hombres también abusaran de ella, registrando las agresiones en video. Además de Pelicot, otros 50 hombres han sido declarados culpables en este caso, con penas que oscilan entre 8 y 11 años de cárcel, dependiendo de su grado de implicación.
Gisèle Pelicot, de 72 años, decidió que el juicio fuera público para que «la vergüenza cambie de bando», buscando visibilizar la violencia sexual y la complicidad estructural en la sociedad. Su valentía ha sido reconocida por diversos colectivos feministas y personalidades públicas, quienes destacan su papel en la lucha contra la violencia de género.
El caso ha generado un amplio debate en Francia sobre la noción de consentimiento y la normalización de la violencia sexual. La fiscal del tribunal, Laure Chabaud, subrayó durante el juicio la necesidad de una «concienciación real y profunda sobre la noción de consentimiento» tanto para los acusados como para la sociedad en general.
La exministra de Igualdad de España, Irene Montero, ha calificado la sentencia como un «punto de inflexión», comparando el caso con otros ocurridos en España, como el de «La Manada». Montero destacó la importancia del feminismo en impulsar cambios significativos y en apoyar a las víctimas que deciden romper el silencio.
Este juicio ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar las leyes sobre consentimiento sexual y de proporcionar más opciones seguras para que las mujeres puedan denunciar abusos. La frase «la vergüenza tiene que cambiar de bando», pronunciada por Gisèle Pelicot, se ha convertido en un lema emblemático en la lucha contra la violencia sexual en Francia y más allá.
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