En Japón, un fenómeno preocupante ha emergido en los últimos años: un número creciente de personas mayores, especialmente mujeres, están cometiendo delitos menores con el objetivo de ser encarceladas. Este comportamiento pone de relieve desafíos sociales profundos relacionados con el envejecimiento de la población, la pobreza y el aislamiento social.
Japón enfrenta una de las tasas de envejecimiento más altas del mundo, con una proporción significativa de su población superando los 65 años. Paralelamente, las tasas de natalidad se han mantenido bajas, lo que ha llevado a una disminución de la población activa y a una creciente carga sobre el sistema de bienestar social. Este contexto ha generado situaciones de vulnerabilidad entre los ancianos, muchos de los cuales carecen de apoyo familiar o recursos económicos suficientes.
Según informes, más del 80% de las mujeres mayores encarceladas en Japón han sido detenidas por robos menores, como el hurto de alimentos. Las razones detrás de estos actos incluyen:
- Pobreza: Un porcentaje significativo de ancianos vive por debajo del umbral de pobreza, lo que les dificulta satisfacer necesidades básicas como alimentación y vivienda.
- Aislamiento Social: La falta de redes de apoyo y el distanciamiento familiar llevan a muchos ancianos a experimentar soledad extrema.
- Acceso a Servicios Básicos: En prisión, los reclusos reciben tres comidas al día, atención médica y compañía, beneficios que algunos no pueden obtener en libertad.
El aumento de reclusos ancianos ha obligado al sistema penitenciario japonés a adaptarse. Las cárceles ahora proporcionan servicios similares a los de un hogar de ancianos, incluyendo asistencia para actividades diarias, supervisión médica y apoyo emocional. Esta transformación plantea desafíos en términos de recursos y personal capacitado para atender a una población envejecida.
Desde una perspectiva criminológica, este fenómeno invita a reflexionar sobre la relación entre estructura social y comportamiento delictivo. La criminalidad en este contexto no surge de una inclinación hacia el delito, sino como una respuesta a carencias sistémicas. Este caso subraya la importancia de abordar las causas subyacentes del comportamiento delictivo y de considerar reformas en las políticas sociales y penitenciarias para ofrecer soluciones más humanas y efectivas.
La situación en Japón destaca la necesidad de una intervención integral que aborde tanto las necesidades inmediatas de los ancianos vulnerables como las reformas estructurales para prevenir que la prisión se convierta en un refugio para los marginados de la sociedad.
Fuente de la imagen y más información en El Economista