Recientemente he visto el documental “La trampa del clic” de RTVE, el cual considero indispensable a todos los niveles ya que ofrece una visión detallada de los mecanismos a través de los cuales las plataformas digitales y la economía de la atención pueden manipular a los usuarios, generando consecuencias que van más allá de la mera distracción o el entretenimiento. Desde la criminología, resulta fundamental analizar cómo este fenómeno, basado en la búsqueda permanente de clics y de la atención del usuario, puede generar dinámicas de manipulación, difusión de desinformación y, en algunos casos, facilitar la comisión de delitos cibernéticos o el fomento de conductas antisociales.
En primer lugar, cabe señalar que la desinformación y la manipulación mediática no son fenómenos nuevos, pero la velocidad y el alcance que otorga la tecnología digital amplifican su impacto. El documental ilustra cómo los algoritmos y las estrategias publicitarias se diseñan para prolongar la permanencia del usuario en la plataforma, sin distinguir entre contenidos legítimos y aquellos que son maliciosos o falsos. Desde una perspectiva criminológica, este entorno difuso facilita que se mezclen hechos veraces con información sesgada o tendenciosa, aumentando la probabilidad de que se vulneren derechos y se fomenten actos ilícitos (desde fraudes informáticos hasta delitos de odio).
En segundo lugar, “La trampa del clic” expone que, si bien la atención es el “recurso” principal en la era digital, esta misma atención puede “secuestrarse” a través de estímulos atractivos o titulares sensacionalistas. Con ello se abre la puerta a la explotación de vulnerabilidades individuales y colectivas, incluyendo la radicalización de grupos, la extorsión y otras formas de criminalidad que se nutren de la ignorancia y la manipulación. Para la criminología, la prevención de este tipo de conductas depende, en gran medida, de la alfabetización mediática y de la conciencia ciudadana sobre la forma en que operan las dinámicas del clic. Impulsar la responsabilidad de las plataformas y la educación crítica en el consumo de contenidos son elementos clave para proteger a los usuarios.
Por último, es innegable la importancia de que la sociedad en su conjunto conozca y analice el contenido de “La trampa del clic”. El documental no solo pone en evidencia los riesgos asociados al bombardeo de contenidos en línea, sino que también subraya la responsabilidad compartida entre creadores, plataformas y usuarios. Desde la criminología, el énfasis se coloca en comprender y minimizar los daños —tanto individuales como colectivos— que surgen de estas formas de manipulación digital, y en propiciar una cultura de la legalidad y la prevención. La reflexión profunda sobre el rol de la atención, la influencia de la publicidad y la manipulación de la información resulta esencial para garantizar una ciudadanía crítica y, en última instancia, para proteger nuestros derechos en el entorno digital.