El 14 de diciembre de 2025, un tiroteo masivo dirigido contra la comunidad judía en Sydney (Australia) durante una celebración pública por el inicio de Hanukkah en Bondi Beach sacudió a la sociedad australiana y al mundo entero. Autoridades y medios internacionales han descrito este ataque como un acto de terrorismo con motivación antisemita, el más grave en Australia en casi tres décadas y uno de los más letales en su historia reciente.
Esa tarde, cientos de personas entre las que se encontraban familias completas, niños, ancianos y líderes comunitarios, se reunieron en un evento abierto para celebrar la primera noche de Hanukkah. Sin aviso previo, dos hombres armados abrieron fuego contra la multitud desde un puente peatonal cercano, sembrando caos y pánico mientras los asistentes buscaban refugio, corrían hacia la playa o se tiraban al suelo para evitar las balas.
Según informes policiales y publicaciones de medios como Reuters y Associated Press, al menos 15 personas murieron y decenas resultaron heridas, incluidas mujeres, niños y personas mayores. Entre los fallecidos figuran un rabino local y un superviviente del Holocausto, lo que subraya la brutalidad del ataque y el impacto profundo en la comunidad.
La ola de violencia duró varios minutos, un periodo suficiente para causar un daño devastador antes de que la policía neutralizara la amenaza; el agresor de mayor edad fue abatido por fuerzas de seguridad y el otro fue detenido, posteriormente enfrentando múltiples cargos, entre ellos asesinatos y terrorismo.
Las autoridades han señalado que el ataque fue deliberadamente dirigido a personas judías, lo que lo distingue de otras formas de violencia armada al implicar una motivación de odio basada en la identidad religiosa de las víctimas. El primer ministro australiano calificó el suceso como un “acto de mal antisemita” y prometió respuestas políticas y sociales para enfrentar tanto la violencia como sus causas subyacentes.
La cobertura mediática internacional, aunque con distintas perspectivas, ha coincidido en varios puntos clave: el carácter terrorista del evento, el hecho de que el ataque tuvo lugar en un contexto festivo y comunitario, y la ruptura de la percepción de Australia como un país relativamente seguro frente a la violencia armada. Reuters informó que este fue el tiroteo más grave desde la masacre de Port Arthur en 1996, un récord que hasta ahora marcaba un antes y un después en la política de control de armas australiana.
Desde una mirada criminológica, este ataque representa una convergencia de factores que merece análisis profundo: radicalización ideológica extrema, selección de objetivo simbólico (una comunidad religiosa durante una festividad), el uso de armas de fuego en un entorno público y la respuesta estatal y policial ante amenazas de odio. Los perfiles de los agresores, las redes de radicalización transnacional y las fallas o brechas en la prevención son temas que, aunque aún en investigación, deben atenderse con rigor para comprender y prevenir futuros actos de violencia basada en odio.
Las repercusiones sociales de la masacre también son significativas. A pocos días del ataque reportes periodísticos destacaron el cierre de negocios comunitarios judíos en Sydney, víctimas de un clima de miedo y hostigamiento previo y posterior a la masacre, así como debates políticos sobre antisemitismo y políticas de seguridad interna.
Para más información, puedes acudir a las fuentes, pinchando en los siguientes enlaces: ABC, BBC, El País