El caso de Grégory Villemin, un niño de cuatro años cuyo cuerpo fue encontrado en el río Vologne en Francia en 1984, sigue siendo uno de los crímenes más misteriosos del país. La investigación inicial reveló amenazas previas recibidas por su familia y un contexto de rivalidades familiares. A pesar de varios arrestos y el uso de nuevas tecnologías, el caso permanece sin resolverse, con múltiples acusaciones y un juez que terminó suicidándose tras años de críticas.
En 2020, un equipo de lingüistas forenses suizos, mediante la aplicación de la estilometría (el análisis de estilos de escritura), apuntó a un miembro de la familia como autor de las cartas amenazantes. Aunque esta técnica generó escepticismo entre abogados y fiscales, el informe confirmó sospechas anteriores y ha renovado las esperanzas de avanzar en el caso. La aplicación de la lingüística forense en investigaciones criminales sigue enfrentando desafíos legales y éticos, pero casos como este demuestran su potencial.
Una de las autoras de este artículo que hoy os recomiendo es Sheila Queralt, una reconocida lingüista forense española, directora del Laboratorio SQ-Lingüistas Forenses en Barcelona, uno de los principales centros de investigación en esta área. Ha trabajado en casos de alta repercusión, contribuyendo con análisis lingüísticos a investigaciones criminales y judiciales. Queralt también es autora de varios libros y publicaciones sobre esta disciplina, y una defensora de su rigor científico y de su potencial para resolver casos complejos.
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